¿Cómo equilibrar la concentración interna y externa, con el fin de optimizar las dos?
por M. Govindan Satchidananda
Por “concentración interna” probablemente uno se al estado de consciencia del Testigo. Por “concentración externa” uno se refiere a la concentración en las tareas a mano, o en estar atento. Ambos estados deben ser valorados, y tienen su tiempo y su lugar. Lo que buscamos en el Yoga no es uno de éstos o los dos, sino más bien purificar nuestra mente del sentido del ego que nos hace sentir “yo soy el hacedor”, o “yo soy la personalidad, el cuerpo y la mente”.
“Concentración interna” es lo que lo que más fomentan las tradiciones meditativas o espirituales, y ello ofrece un equilibrio muy necesario para la mentalidad ordinaria basada en el materialismo y la sensualidad que fomenta la cultura moderna. Hoy en particular, nuestra cultura nos anima a creer que cuantas más cosas podamos experimentar más felices seremos. Sin embargo, esto anima a uno a confundir la felicidad, que es siempre una experiencia interna, con las cosas externas, las personas o los fenómenos. Las tradiciones meditativas y espirituales comienzan ayudando al principiante a que se calme, simplifique y se vuelva hacia adentro, para encontrar el ser calmado interno, el propio centro, el propio espíritu o alma, que tiene las cualidades de consciencia, luz, ecuanimidad, trascendencia, alegría y paz.
Hay un riesgo, sin embargo, de que el descubrimiento de la dimensión espiritual de uno produzca una negación de las otras dimensiones de la vida: la física, la emocional y la intelectual, particularmente en aquellas culturas o tradiciones que son mayavadin, esto es, que ven al mundo como una ilusión objetiva; aquí la tradición estimula, por ejemplo, una renuncia al mundo. Ésta es la tradición predominante en Asia, incluso hoy, como lo fue en Occidente hasta el tiempo del Renacimiento. En nuestra moderna cultura materialista, sin embargo, sólo unos pocos son tentados para ir a ese extremo. La vasta mayoría de meditadores de Occidente usan su práctica como un medio de aliviar el estrés de sus vidas diarias, en el mejor caso como un medio para cultivar la dimensión espiritual que normalmente ha sido negada.
En un momento dado, sin embargo, el gozo y el bienestar de las dimensiones espirituales comienzan a inundar la propia vida diaria, y uno comienza a sentir una gran calma, incluso paz y aceptación respecto a cómo son las cosas, incluso mientras uno pasa por las actividades rutinarias y las desafiantes experiencias que nuestra vida diaria nos confronta. Sin embargo, cada uno está todavía desarrollando sus viejos programas o samskaras, y hasta que estén suficientemente debilitados y sean sustituidos con tendencias más sátvicas basadas en la sabiduría, tales estados de calma y de paz tenderán a ser abrumados por los eventos de la vida diaria.
Por tanto, la pregunta sobre cómo equilibrar la “concentración interna” con la “concentración externa” es respondida esencialmente por la prescripción “estar calmadamente activo y activamente calmado”. La mayoría de las técnicas de Yoga tienen como propósito el cultivo de este camino de enmedio conocido como sattva, que se caracteriza por las cualidades de equilibrio, ligereza, consciencia, paz, calma e inteligencia. Conforme nuestra práctica de Yoga se profundiza y se amplia, sattva crece incluso en nuestra vida diaria. Porque nuestra naturaleza humana es tan habitual, sin embargo, uno debe comprometerse regularmente en la sadhana yóguica, paciente y persistentemente. Uno debe también estar bien informado por un “mapa de carreteras” o texto clásico de Yoga, para ser así capaz de reconocer los abismos, los obstáculos, y cómo superarlos: “enfermedad, embotamiento, duda, descuido, pereza, indulgencia en los sentidos, falsa percepción, fracaso en alcanzar terreno firme e inestabilidad” (Yoga Sutras I.30). La sadhana nos purifica de nuestros samskaras y nos permite actuar conscientemente, más que reaccionar habitualmente.
Al cultivar la presencia viene la consciencia, y cuando viene la consciencia, el gozo viene también. En tal estado de ser, consciencia y gozo, todas las acciones pueden ser ejecutadas sin la distorsión del ego. Uno actúa como un instrumento, habilidosamente, sin apego a los resultados; el propio gozo es Auto-evidente, e independiente de si la acción produce o no los resultados deseados o esperados.
En términos de la práctica, cultiva el estado de Testigo primero durante las actividades rutinarias, como lavar los platos, limpiar la casa, caminar, comer, bañarte, desde el principio hasta el fin, continuamente. Conforme el estado de Testigo se vuelve más estable, recuérdalo durante las actividades que requieran más concentración o atención: reparar algo, ir de compras, escuchar a alguien que habla por el teléfono; después, cuando se establezca más firmemente, cultívalo mientras la mente está ocupada en leer o en otras actividades que requieran mucha concentración. Incluso entonces parte de la consciencia puede permanecer como un Testigo, en un estado de “concentración interna”, mientras que el resto de la consciencia está concentrada en las tareas o desafíos a mano, es decir, la “concentración externa”. Si la mayoría de tu tiempo está absorto en actividades desafiantes que requieren mucha “concentración externa”, entonces imagina y encuentra luego formas de simplificarlas, y reserva más tiempo para ocupaciones que te permitan cultivar la “concentración interna”.
¿Por qué es esto importante? Es lo que me gusta llamar “el juego de la consciencia”. Cada vez que lo juegas, si practicas el estar presente y consciente, esto es, el Testigo, el gozo aparece. ¡Garantizado! Y cada vez que olvidas ser el Testigo, el sufrimiento aparece. Automáticamente. Puedes probar esto fácilmente. Es el único juego en la vida donde tú siempre ganas. En todos los demás juegos, finalmente pierdes, porque sólo la Presencia, la Consciencia y el Gozo son eternos e infinitos. Todo lo demás está limitado por el tiempo y el espacio, y por tanto, es temporal.
Copyright: M. Govindan Satchidananda, enero 2005